lunes, 5 de abril de 2010

La fotografía

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Fue mi cara papel y flor de loto,
testimonio del bien que te guardaba;
el espejo del alma, que entregaba
la oración a su santo más devoto.
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¡Cuántas veces rompiste aquella foto!
-la sonrisa que siempre te miraba-.
¡Cuánta duda en tu pecho se albergaba!
¡Cuántas se arrepintió de haberla roto!
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Yo te sigo mirando, vida mía,
como estampa fijada eternamente,
igual que te miraba el primer día.
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Si mi rostro en papel no te besó,
no es que el tuyo le fuera indiferente;
es que el frío cristal no le dejó.

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