domingo, 12 de febrero de 2012

Quizá fuera de noche

Quizá fuera de noche:
se te abrieron los ojos de mochuelo,
apartaron la noche de mi rostro
y a tu antojo abrazaste
mi cuerpo con tus alas.
-
Y ya, sin darnos cuenta,
todo volaba, sí, todo volaba;
todo flotaba alrededor del nido
y una mano divina nos mecía.
-
Quizá fuera de noche,
porque sólo se oían nuestras lenguas
hablando un mismo idioma;
Y en el aprendizaje de los cuerpos,
mientras tu descubrías mis contornos
yo dejaba caer mis caracolas
por el papel en blanco de tu sexo.
-
Y ya, sin darnos cuenta,
todo era nuestro, sí, todo era mío,
todo era tuyo dentro de tu abrazo
y una mano divina nos tapaba.

2 comentarios:

  1. Me duele ver un poema tan bueno como este sin comentarios.

    Enhorabuena por este "elogio de la levedad" que nos regalas.

    Un abrazo.

    Esteban

    ResponderEliminar