Este caballo desbocado y loco,
que no conoce riendas,
va galopando tus collados tibios,
blancos y nuevos, esperanzadores....
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No se cansa
porque lleva la prisa del que huye.
Ni se para
porque sufre la sed que no se sacia.
-
Mi caballo salvaje,
que no obedece espuelas,
va pasando por ti desocupado
para que tú le ocupes.
-
Y cuando tú le frenas
te va entregando todos sus alientos
hasta morirse un poco,
y un poco más y, luego,
se desploma ante ti, domesticado.
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