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Tu dormías y yo, soñaba mientras tanto;
soñaba paseando por tu cuerpo extendido;
al borde de tu almohada soñé ¡no sabes cuánto!
con los ojos abiertos y el cuerpo estremecido.
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Viviendo fantasías dormías y rodabas,
y yo te comtemplaba quizá con estupor
cubriéndote despacio cuando te destapabas
cuidaba tu descanso; hasta paré el reloj.
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Tu rostro me embaucaba, tranquilo y placentero,
flotante parecías; desprendías calor
y mientras tanto, yo, soñé ser un lucero,
el ángel de la guarda y tu despertador.
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